El país avanza hacia un modelo de bioeconomía forestal que busca proteger los bosques nativos, expandir las plantaciones cultivadas y fortalecer la industria de la madera, con ejemplos provinciales como el Plan Agroforestal y el programa Gen Nativo en Córdoba.
Argentina profundiza su estrategia foresto-industrial con un enfoque que busca equilibrar la conservación del patrimonio natural y el desarrollo sostenible de la actividad productiva. La Ley de Bosques Nativos (26.331) constituye el eje de esta política, al ordenar el territorio según categorías de conservación y prohibir el desmonte en áreas de alto valor ecológico.
El sistema se complementa con un Fondo de Compensación que brinda apoyo económico a las provincias y propietarios que mantienen bosques en pie. Los incentivos incluyen estabilidad fiscal por hasta 30 años, aportes no reintegrables para la implantación de plantaciones forestales y exenciones impositivas destinadas a promover inversiones en el sector.
Con la mirada puesta en 2030, el Gobierno nacional proyecta ampliar la superficie de bosques cultivados hasta alcanzar las dos millones de hectáreas, avanzar en el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI) y promover una industria maderera de mayor tecnología y valor agregado. Instituciones como el INTA llevan adelante investigaciones en genética, resiliencia climática y sistemas agroforestales para acompañar esta transición.
En el plano provincial, Córdoba se posiciona como referente con su Plan Provincial Agroforestal (PPA), que obliga a los establecimientos agropecuarios a forestar al menos el 2 % de su superficie –y hasta el 5 % en zonas específicas– en un plazo de diez años. El objetivo es mejorar la regulación hídrica, reducir la erosión, recuperar suelos degradados y favorecer la biodiversidad mediante la creación de corredores biológicos.
A este esquema se suma el programa Gen Nativo, que garantiza la provisión de plantines autóctonos producidos en viveros de alta tecnología ubicados en distintos puntos de la provincia. Con una capacidad de entre 10.000 y 30.000 plantas mensuales, las instalaciones producen especies como algarrobo, espinillo, chañar, manzano de campo y aguaribay, entre otras. Solo en 2024 se entregaron 50.000 ejemplares a productores e instituciones, y el desafío para este año es duplicar esa cifra.
La combinación de políticas nacionales y provinciales permite avanzar hacia un modelo que integra conservación, producción y sostenibilidad. La expansión de bosques cultivados, la restauración de ecosistemas y el impulso a la industria foresto-industrial configuran un camino hacia una bioeconomía capaz de generar empleo, valor agregado y protección ambiental.
