Bancos centrales acumulan oro en secreto mientras el dólar pierde protagonismo

El oro está cobrando relevancia como refugio geopolítico y económico, desplazando al dólar y desafiando el auge de los activos digitales. Según el analista macroeconómico Luke Gromen, los bancos centrales han estado acumulando oro a un ritmo acelerado, un movimiento que ocurre en las sombras y que revela una pérdida de confianza en el sistema fiduciario actual.

Durante una entrevista con Tucker Carlson, Gromen explicó cómo el oro sigue siendo el activo preferido de las grandes potencias debido a su privacidad y resistencia a sanciones internacionales. A diferencia de Bitcoin, el oro ofrece una reserva de valor tangible y, según el analista, su demanda ha aumentado significativamente en los últimos años.

Desde 2014, los bancos centrales han reducido sus tenencias en bonos del Tesoro de EE.UU. en 300 mil millones de dólares y han adquirido alrededor de 600 mil millones en oro. China lidera este cambio estratégico, apostando por el metal precioso como una herramienta clave para impulsar la internacionalización del yuan y desafiar el dominio del dólar en la economía global. Sin embargo, Gromen asegura que las cifras oficiales de reservas de oro chinas no reflejan la realidad y podrían estar significativamente subestimadas.

El fenómeno de la acumulación de oro ocurre con un nivel de secretismo que genera inquietud. Según Gromen, aproximadamente el 70% del oro monetario mundial se mueve entre países sin ser reportado públicamente, lo que deja espacio para especulaciones sobre su verdadero impacto en la economía global. Potencias como Rusia e Irán, por ejemplo, han recurrido al oro para sortear sanciones económicas, mientras que Estados Unidos y Europa han intentado mantener el precio del oro controlado para proteger la hegemonía del dólar.

La falta de transparencia en torno a las reservas de oro ha despertado preguntas incómodas, incluso en figuras como Elon Musk, quien ha sugerido realizar una auditoría pública para comprobar si el oro en Fort Knox sigue intacto. Su cuestionamiento surge en un contexto de creciente desconfianza en las instituciones financieras y de reportes sobre irregularidades en la gestión de fondos gubernamentales.

Históricamente, episodios como la presión ejercida por Francia en los años 60 y 70 sobre las reservas de oro estadounidenses llevaron al colapso del sistema de Bretton Woods y a la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro. Gromen señala que este antecedente resuena con las acciones actuales de los bancos centrales, que parecen estar preparándose para un posible reajuste del sistema financiero global.

En este panorama, Bitcoin se presenta como una alternativa emergente, aunque aún sin la aceptación y estabilidad del oro. Sus características de escasez programada, descentralización y facilidad de transferencia lo convierten en un competidor viable, pero su adopción como reserva de valor por parte de los bancos centrales sigue siendo incierta.

Mientras el mundo observa cómo el oro recupera protagonismo, la pregunta clave es si Estados Unidos está tomando medidas para adaptarse a este cambio. Gromen sugiere que la acumulación de oro por parte de Washington podría ser parte de una estrategia a largo plazo para fortalecer su economía y reducir su dependencia del sistema fiduciario. El desenlace de esta tendencia podría redefinir el equilibrio de poder financiero en los próximos años.

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