El 4° Congreso Internacional del Maíz (CIM) abrió sus puertas en Rosario con un enfoque claro: analizar cómo la nutrición y la rotación del maíz pueden marcar la diferencia en la productividad y sustentabilidad de los sistemas agrícolas.
En la Sala Syngenta, la primera jornada reunió a especialistas que expusieron sobre los principales desafíos y oportunidades que ofrece el cultivo.
Nutrición, un pilar para cerrar brechas de rendimiento
El ingeniero agrónomo Fernando Salvagiotti (INTA Oliveros) remarcó que el maíz en Argentina solo alcanza el 53% de su potencial productivo, lo que representa una gran oportunidad de mejora.
“El manejo nutricional es clave. Tenemos una brecha del 34% asociada a los nutrientes y del 50% vinculada al nitrógeno. Para lograr mejores resultados también debemos avanzar en la inoculación de leguminosas como la vicia, que aporta más materia seca y beneficios al sistema”, sostuvo.
En la misma línea, Agustín Pagani, presidente de Clarion, explicó que un correcto manejo de los nutrientes puede cambiar el destino de un lote:
- Un maíz bien fertilizado con fósforo puede aumentar su productividad hasta un 30%.
- El manejo combinado de fósforo, azufre, potasio y zinc puede representar el 45% del costo de producción, pero impacta de manera decisiva en los rendimientos.
“Cada nutriente cumple un rol fundamental. El fósforo se convierte en un factor central porque no se pierde en el suelo; el potasio, aunque poco móvil, exige un buen balance; el azufre tiene dinámica similar al nitrógeno; y el zinc, dependiente del pH y la materia orgánica, puede verse afectado por altos niveles de fósforo”, detalló Pagani.
Rotación de cultivos: un aliado estratégico
En el segundo panel, moderado por Gonzalo Parra (GDM), la charla giró en torno a la importancia del maíz dentro de la rotación agrícola.
Mauricio Castillo, gerente de Marketing y Desarrollo de Compo Expert, aseguró que el cultivo hoy se consolida por sus buenos números, algo que no ocurría hace algunos años.
“Venimos de contextos difíciles, incluso marcados por plagas como la chicharrita, pero hoy tenemos agua en el perfil y la posibilidad de planificar mejor las siembras, densidades y costos. El desafío es trabajar con responsabilidad en la mejora de los suelos para sostener altos rendimientos en los próximos 50 años”, concluyó.