Una nueva especie de abeja nativa, bautizada Megachile lucifer por sus llamativos cuernos faciales, fue descubierta en una remota región de Australia Occidental. El hallazgo, el primero de su tipo en más de 20 años, alerta sobre la fragilidad de ecosistemas poco estudiados amenazados por la minería.
En el árido interior de Australia, entre tierras rojizas y vegetación escasa, la ciencia sumó un descubrimiento tan fascinante como preocupante: una nueva especie de abeja nativa con rasgos nunca antes documentados. Se trata de Megachile lucifer, una diminuta abeja solitaria cuyas hembras presentan dos protuberancias puntiagudas en el rostro que recuerdan a pequeños cuernos.
La especie fue identificada por la bióloga australiana Kit Prendergast durante un estudio de polinizadores realizado en 2019 en la región de Bremer Ranges, dentro de los Goldfields occidentales. Allí, la investigadora observó repetidamente a esta abeja visitando una planta extremadamente rara, Marianthus aquilonaris, en estado crítico de conservación.
Intrigada por su anatomía inusual, Prendergast recolectó ejemplares y llevó a cabo análisis morfológicos y genéticos. Los resultados confirmaron que se trataba de una especie completamente nueva para la ciencia, cuyo descubrimiento fue publicado en la revista Journal of Hymenoptera Research durante la Semana Australiana del Polinizador.
El nombre lucifer —del latín “portador de luz”— alude tanto a su aspecto singular como al objetivo de visibilizar la situación de las abejas nativas australianas, frecuentemente ignoradas frente a las abejas melíferas introducidas.
Uno de los mayores misterios de Megachile lucifer es que solo las hembras poseen cuernos, un rasgo poco común en la naturaleza. Entre las hipótesis científicas se baraja que estas estructuras ayuden a acceder al néctar de flores complejas o funcionen como mecanismo de defensa frente a competidoras.
La preocupación aumenta debido a que la abeja es endémica, vive en un área muy reducida y comparte hábitat con una planta igualmente amenazada. Además, la zona carece de protección ambiental y está sometida a intensa actividad minera. Desde el último avistamiento en 2019, nuevas búsquedas realizadas en 2022 y 2024 no lograron detectar más ejemplares, lo que sugiere una población extremadamente escasa o una posible extinción silenciosa.
Australia alberga más de 2.000 especies de abejas nativas, muchas de ellas aún desconocidas. El caso de Megachile lucifer expone la urgencia de estudiar y proteger esta biodiversidad oculta antes de que desaparezca sin dejar rastro.
