En el corazón del barrio porteño de Barracas, donde el tiempo parece detenerse entre paredes de ladrillo y aromas de comida casera, “El Puentecito” vuelve a decir presente esta Semana Santa con un menú pascual que es puro homenaje a la cocina de nuestras abuelas. Este bodegón, considerado uno de los más antiguos y con más historia de Buenos Aires, abre sus puertas como cada año para celebrar con platos clásicos, abundantes y cargados de sabor.
Tradición con alma de bodegón
Ubicado en la esquina de Luján y Aristóbulo del Valle, justo donde alguna vez pasaba el viejo puente del ferrocarril que le dio su nombre, “El Puentecito” mantiene intacta esa esencia de bodegón porteño que cada vez cuesta más encontrar. Con manteles cuadriculados, mozos de toda la vida y porciones generosas, el lugar se ha convertido en una verdadera cápsula del tiempo.
Pero más allá del encanto nostálgico, lo que realmente convoca cada año en Pascuas es su menú especial, pensado para reunir familias y paladares fieles a los sabores de siempre.
El menú de Pascuas: recetas con historia
Para esta Semana Santa 2025, el chef del Puentecito —Don Carlos, como lo conocen los habitués— armó una propuesta que respeta la tradición católica de no comer carne roja, pero sin escatimar en contundencia ni sabor.
Entradas:
- Buñuelos de acelga bien crocantes
- Escabeche de berenjenas casero
- Ensalada rusa “como la de la nona”
Plato principal:
- Tallarines caseros con salsa de frutos de mar: gambas, calamares, mejillones y un toque de vino blanco
- Merluza a la napolitana con papas al natural
- Opción veggie: Tarta de espinaca con ensalada fresca de estación
Postres:
- Flan mixto con dulce de leche y crema
- Budín de pan al caramelo
- Rosca de Pascua artesanal con crema pastelera y frutas abrillantadas
El menú incluye bebida sin alcohol, pan casero, y un brindis final con una copa de vino moscatel o sidra, “como se hacía antes”, aclaran con orgullo.
Más que un almuerzo, una tradición porteña
“El Puentecito” no solo es famoso por su cocina: es también un punto de encuentro entre generaciones. No son pocas las familias que llevan décadas celebrando Pascuas ahí. “Venía con mi abuelo y ahora vengo con mis nietos”, cuenta Marta, vecina de Parque Patricios, mientras espera su mesa.
Para quienes buscan un plan distinto, cargado de sabor, memoria y calor de hogar, el almuerzo pascual en El Puentecito es una experiencia que va mucho más allá del paladar.