Un informe del INTA Junín muestra que, tras la recuperación de las precipitaciones desde mayo, el suelo pasó de una sequía extrema en 2024 a registrar este año un 11 % de superficie anegada y un 3 % con saturación hídrica. El análisis advierte que la mejora en la disponibilidad de agua también plantea nuevos desafíos para el manejo productivo.
El norte de la provincia de Buenos Aires atraviesa una transformación en sus condiciones hídricas. Según un reciente informe del INTA Junín, en conjunto con la UNNOBA y la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Junín, el regreso de las lluvias desde mayo permitió recuperar los regímenes históricos de precipitaciones, favoreciendo a los cultivos y recargando las napas.
El estudio, basado en imágenes satelitales y mediciones de pozos freáticos, comparó la situación de agosto de 2024 con la de agosto de 2025. Los resultados muestran un contraste notable:
- En 2024, el 95 % del área analizada estaba en condición de suelo seco.
- En 2025, solo una parte mínima se mantuvo seca, mientras que el 11 % de la superficie presenta anegamientos y un 3 % evidencia suelos húmedos o saturados.
Las autoras del trabajo, Guadalupe Tellería y Paula Melilli, remarcaron que el ascenso de las napas fue particularmente marcado tras las lluvias de mayo. No obstante, el comportamiento no es uniforme: en sectores bajos, como los cercanos a la laguna El Carpincho, el nivel freático se ubica a apenas 77 centímetros, mientras que en el sudeste del distrito alcanza los 2,8 metros.
