El río Paraná, uno de los cursos de agua más importantes de Sudamérica, enfrenta una grave crisis ambiental. Diversos estudios alertan sobre el impacto de los desechos industriales, agrícolas y urbanos que deterioran su ecosistema y ponen en riesgo la salud de millones de personas.
El río Paraná, que atraviesa Brasil, Paraguay y Argentina, ha sido durante décadas una fuente vital de agua, transporte y biodiversidad. Sin embargo, en los últimos años su calidad ambiental se ha visto gravemente comprometida por múltiples factores contaminantes.
Los principales responsables son los vertidos industriales sin tratamiento adecuado, provenientes de fábricas que descargan metales pesados y productos químicos directamente al cauce. A esto se suman los residuos agrícolas —como fertilizantes y pesticidas— que se filtran desde los campos de cultivo hasta el río, favoreciendo la eutrofización y la proliferación de algas tóxicas.
Otro factor crítico es la falta de saneamiento urbano. Las aguas residuales domésticas, que en muchas zonas se vierten sin depurar, incrementan los niveles de materia orgánica y bacterias patógenas, afectando tanto a la fauna acuática como a las poblaciones ribereñas.
Expertos ambientales advierten que, de no implementarse políticas de control y restauración, el Paraná podría sufrir daños irreversibles. Programas de monitoreo, tratamiento de efluentes y una gestión más sostenible del territorio son medidas urgentes para garantizar la preservación del segundo río más largo de Sudamérica.
