El negocio agrícola se enfrenta a una paradoja: mientras la tecnología y la innovación ofrecen un horizonte de oportunidades sin precedentes, la volatilidad de los precios en los mercados globales obliga a productores y empresas del agro a navegar en aguas turbulentas. En este escenario, Antonio Ochoa plantea un análisis profundo sobre cómo construir la empresa agrícola del futuro, capaz de sostenerse en el presente complejo.
De acuerdo con Ochoa, la clave pasa por entender que los modelos de gestión ya no pueden basarse únicamente en la producción. El agro del futuro estará definido por estrategias integrales que combinen innovación tecnológica, inteligencia de datos, sostenibilidad y una visión empresarial adaptada a los ciclos financieros y comerciales del mundo actual. “El futuro no se espera, se construye desde las decisiones que tomamos hoy, aun cuando los precios no acompañan”, afirma.
La incorporación de herramientas como agricultura digital, biotecnología, inteligencia artificial y energías renovables se perfila como un eje central. Sin embargo, Ochoa advierte que la tecnología por sí sola no resuelve los problemas estructurales: la gestión del riesgo, la diversificación de ingresos y la planificación financiera seguirán siendo factores críticos en contextos de alta inestabilidad de precios.
En síntesis, la empresa agrícola del futuro deberá ser más que un productor de granos o proteínas: deberá transformarse en un ecosistema empresarial flexible, sustentable y conectado al mundo, que pueda surfear la volatilidad del presente sin perder de vista el potencial de largo plazo.