La sorpresiva ola de calor desterró las ilusiones de una campaña “a todo trapo” y le dio un golpe a los cultivos de soja, que salieron afectados en una etapa clave de su estadio productivo. Sin embargo, la lluvia llegó finalmente entre jueves y viernes y trajo un alivio, aunque no fue homogéneo, a algunas áreas de la zona núcleo.
“Después de jornadas de intenso calor, las esperadas precipitaciones comenzaron a materializarse, ofreciendo un respiro tan necesario para los cultivos”, indicó Cristian Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Detalló que se registraron acumulados significativos de hasta 80 milímetros en algunas áreas, aunque con una distribución desigual que deja a sectores del oeste aún esperando por más lluvias.
Cuando las primeras precipitaciones ya habían ocurrido, desde GEA estimaban que unas 100 mil hectáreas de soja de segunda estaban perdidas, un 10% del área sembrada, mientras que en los cultivos de primera, desapareció el potencial que se expresaba hace quince días. La situación era igualmente grave para el maíz.
“Este cambio en el patrón climático llega en un momento crítico”, apuntó Russo.
El regreso de las lluvias, aunque desigual, “podría marcar un punto de inflexión”, indicó.
Los pronósticos indican que la inestabilidad climática continuará, con lluvias intermitentes en el corto plazo y pronósticos de precipitaciones más generalizadas para el sábado y nuevamente el lunes.
Esta inestabilidad provocó que desde GEA fueran ajustando día a día los pronósticos sobre el estado de los cultivos.
“Este patrón de lluvias podría ser clave para la recuperación de los cultivos, especialmente si se mantienen durante la segunda semana de febrero, como sugieren los expertos”, indicó Russo.
Aclaró sin embargo, que las precipitaciones “llegan tras un período de estrés hídrico que ha dejado huella”.
Por caso, la ola de calor de las últimas dos semanas aceleró el deterioro de la condición de los cultivos, con amarillamientos y muerte de plantas en áreas significativas.
Algo similar se observó en el centro norte provincial, donde hubo amarillamiento y muerte de plantas.
“La región pasó de tener reservas de agua abundantes a enfrentar una sequía en casi la mitad de su territorio, evidenciando la vulnerabilidad de la soja de segunda y los desafíos para la soja de primera en momentos clave para la definición de rindes”, precisó Russo.
En principio, las lluvias comenzaron a desplegarse por la zona núcleo, con tormentas aisladas e intermitentes continuarían, al tiempo que se espera el ingreso de un nuevo frente frío y temperaturas en descenso, con mínimas por debajo de los 10°C el próximo miércoles, según estimó el consultor Alfredo Elorriga.
“Se producirán lluvias y tormentas que irán ganando volumen y cobertura hacia el fin de semana. El cambio en la circulación atmosférica permitirá retornar a cierta recurrencia de las precipitaciones durante la segunda semana del mes”, dijo.
Golpe de calor
Los especialistas de GEA recordaron que la ola de calor se extendió por catorce días. Y sólo en esas dos semanas se produjo un desmejoramiento de la condición de cultivo que pasaron de grandes rodeos con amarillamientos que han evolucionado a grandes áreas con muerte de plantas o que estaban a punto de perecer.
“En un breve lapso la región pasó de tener reservas abundantes a óptimas en el 60% del área a sequía en el 47% del área
Este mapa cambió en sólo 24 horas y el viernes las reservas habían subido. “El panorama es mixto. Mientras algunas zonas reportan importantes acumulados de lluvia, en sectores del oeste la situación sigue siendo crítica. El desafío ahora es maximizar la eficacia de las lluvias recientes y las pronosticadas, para mitigar las pérdidas y recuperar lo que se pueda de los cultivos afectados por la sequía y el calor”, indicó GEA
Por su parte, en el centro norte provincial, el área relevada por el Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Santa Fe y el Ministerio de Producción, la soja de segunda mostró un desarrollo vegetativo con síntomas de estrés hídrico y térmico.
En tanto, las sojas de primera, en etapa de floración, también sintieron el impacto del calor, en una semana que se caracterizó por condiciones de estabilidad climática, buen tiempo, soleado, temperaturas medias diarias altas, ambiente seco o muy seco, que influyeron en la evolución de la cosecha gruesa.
Por ello, “se observaron síntomas de estrés hídrico – térmico, particularmente en los cultivares tardíos (de segunda), que fueron los que en mayor cuantía evidenciaron cambios en la coloración de sus hojas, se los detectó manchonados, con parcelas no uniformes y follajes no turgentes”, indicó el reporte. Por eso, hubo un seguimiento, monitoreo, supervisión de los estados sanitarios y chequeo de la evolución de los cultivos como también “aumentó su intensidad, con el fin de la planificación de nuevas acciones de control”, indicó SEA.
Un mercado “dubitativo”
Mientras la cosecha gruesa pelea palmo a palmo con el clima para lograr retomar las buenas proyecciones iniciales, el mercado mira atentamente las condiciones macroeconómicas de la Argentina.
Esta semana, el especialista del Centro de Agronegocios de Universidad Austral, Dante Romano, indicó que el dólar exportación 80/20 está generando “grandes dudas“ entre los productores agropecuarios.
Explicó que “si bien comenzó a venderse maíz de abril con pago ahora y hubo una mejora sustancial del precio, las autoridades nacionales no dan certeza sobre si seguirá vigente para soja y maíz tardío, y cuál será el nivel de brecha cambiaria”.
Ante ese escenario “se dificulta la toma de decisiones”, agregó.
La norma vigente permite a los exportadores al momento de ingresar las divisas, hacerlo un 20% a través del mercado del dólar contado con liquidación (CCL) y el resto al tipo de cambio oficial.
De este modo, con una brecha en la zona del 50% entre el dólar oficial y el contado con liquidación, implica que se obtienen 10% más de pesos que si se trabajara el 100% a tipo de cambio oficial.
“Obviamente cuanto más sube el tipo de cambio CCL, mayor es la cantidad de pesos que el exportador puede pagar por los granos y esto ha llevado a que, así como se sigue lo que ocurre con los valores externos, se esté siguiendo de cerca la cotización del dólar financiero”, apuntó Romano, quien dijo que “muchas veces esto permitió mejorar valores en forma significativa”.
Sin embargo, “el 80/20 genera controversias”, dijo el especialista de la Universidad Austral y consideró que con la llegada de la cosecha de trigo se hizo evidente un problema: “Como la norma aplica cuando se ingresan las divisas, lo que eleva la capacidad de pago del exportador, le permite mejorar los precios ofrecidos en pesos, pero no se modifica el tipo de cambio al cual se pesifican los negocios acordados previamente en dólares, es decir, las ventas anticipadas (ya sea por medio del Mercado a Término o en forward) se pesificaron 100% al tipo de cambio oficial”.
Para Romano este es “otro freno” a la hora de cerrar negocios de cosecha nueva.
“Luego de la asunción de Milei, cuando la brecha bajó, la diferencia resultó menor y, por otro lado, como las ventas que se entregaban estaban a precios muy altos, no se generaron grandes conflictos”, recordó.