La rotación de cultivos de servicio y el uso de cultivos de cobertura de invierno son algunas estrategias con amplios beneficios entre los que se destaca el aumento del carbono orgánico y la mejora de la calidad física, química y microbiológica del suelo.
En el marco de la charla, María Beatriz “Pilu” Giraudo, presidente del Senasa y consejera técnica del INTA, abordó los inicios de la red de trabajo que comenzó con una preocupación básica como es la conservación del suelo y del agua. Al respecto, subrayó que existe un gran potencial entre las instituciones que forman parte de la misma, lo que hace posible un salto productivo. Y agregó que, si se fortalece la red, a la que se van integrando nuevas herramientas, se comienza a ver que es posible avanzar en este camino.
Del panel y conversatorio, también participaron Marcelo Torres, presidente de Aapresid, Marcos Bradley, director general para Latam Sur de Syngenta, Guillermo Delgado, Sustainability Head Latam de Syngenta, Florencia Moresco, coordinadora de la Red de Carbono de Aapresid y Jorge Gambale, director adjunto de Aapresid, y Marcelo Beltrán, investigador del Instituto de Suelos del INTA Castelar.
“En general, en ambientes áridos o semiáridos, la acumulación de carbono en el suelo puede ser de 0.1 o 0.2 toneladas por hectárea por año, mientras que en ambientes húmedos o subhúmedos se puede hablar de entre 0.3 y 0.5 toneladas de carbono por hectárea por año. En algunos casos, se puede llegar hasta más de 0.6 o 0.7 toneladas de carbono por hectárea por año”, detalló.