La provincia de Santa Fe atraviesa una de las situaciones más críticas del país en materia de gestión de residuos. Según datos oficiales y relevamientos de la Cámara Argentina de Tratadores y Transportistas de Residuos Industriales y Especiales (CATRIES), existen cerca de 400 basurales a cielo abierto, de los cuales 70 representan un riesgo hídrico o vial y requieren un cierre urgente.
Santa Fe se encuentra ante un escenario ambiental complejo que expone las debilidades estructurales del sistema de gestión de residuos en la Argentina. De acuerdo con información del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, sistematizada por CATRIES, la provincia registra alrededor de 400 basurales a cielo abierto activos, muchos de ellos cercanos a zonas urbanas y cursos de agua.
Entre los casos más emblemáticos se encuentra el basural histórico de San José del Rincón, que por su extensión, antigüedad y proximidad a áreas residenciales se convirtió en un símbolo de una problemática que se repite en numerosos municipios.
Para Claudia Kalinec, presidenta de CATRIES, la situación santafesina no es un hecho aislado, sino una señal clara de un problema de alcance nacional. “Lo que sucede en Santa Fe muestra con crudeza lo que pasa en gran parte del país: demasiados basurales activos, poca infraestructura en municipios pequeños y un sistema de gestión que necesita una actualización urgente”, advirtió.
La provincia cuenta actualmente con tres rellenos sanitarios habilitados y avanza en procesos de reconversión, como el de Venado Tuerto. Sin embargo, la infraestructura disponible resulta insuficiente para atender la dispersión territorial de los basurales informales. Mientras que el 80 % de la población, concentrada en Rosario, Santa Fe capital y áreas metropolitanas, dispone sus residuos en rellenos autorizados, el 20 % restante —principalmente localidades pequeñas— carece de recursos económicos y logísticos para acceder a sistemas formales.
Esta desigualdad territorial genera un círculo vicioso. “Cuando un municipio no puede costear el traslado o la operación de un relleno, termina recurriendo a basurales sin tratamiento. Esa solución inmediata se transforma rápidamente en un pasivo ambiental y sanitario enorme”, explicó Kalinec.
El problema trasciende las fronteras provinciales. Según datos del Observatorio de Residuos, iniciativa de CATRIES junto a la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Buenos Aires, en 2025 se generaron en el país cerca de 25 millones de toneladas de residuos industriales, de los cuales solo el 4,07 % recibió tratamiento adecuado. Muchos de esos residuos terminan en los más de 5.000 basurales a cielo abierto existentes en Argentina.
Los basurales santafesinos reciben residuos domiciliarios, voluminosos, industriales y peligrosos sin separación ni tratamiento, lo que genera lixiviados que contaminan las napas, emisiones de metano y quemas a cielo abierto que liberan sustancias altamente nocivas para la salud.
Frente a este escenario, el Ministerio de Ambiente provincial trabaja en la priorización y clausura de los 70 basurales de mayor riesgo y en la migración de los municipios hacia sistemas de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU). Experiencias como las de Venado Tuerto y Villa Ocampo muestran avances hacia esquemas regionales de disposición final y plantas de tratamiento compartidas.
Para CATRIES, el desafío es sostener estos procesos en el tiempo. “El cierre de un basural es solo el comienzo. El verdadero éxito está en construir sistemas regionales estables, con infraestructura común, tarifas accesibles y controles permanentes”, concluyó Kalinec. La crisis santafesina expone un problema estructural, pero también una oportunidad para avanzar hacia un modelo integrado que podría convertirse en referencia a nivel nacional.
