Por Pablo Moro
Ushuaia, Tierra del Fuego. En el extremo más austral del continente americano, donde los vientos patagónicos se mezclan con el aroma salado del Canal Beagle, Tierra del Fuego se ha consolidado como un destino turístico imperdible. Paisajes sobrecogedores, experiencias únicas al aire libre y una gastronomía que rescata los sabores del fin del mundo hacen de esta región argentina un verdadero tesoro por descubrir.
Aventuras entre montañas, glaciares y bosques
Ushuaia, conocida como la ciudad más austral del planeta, es la puerta de entrada a un universo de aventuras. Desde aquí parten excursiones hacia el Parque Nacional Tierra del Fuego, donde senderos como el de la Senda Costera o el del Hito XXIV ofrecen vistas inigualables del Canal Beagle y del bosque subantártico.
En invierno, el Cerro Castor se transforma en el centro de esquí más austral del mundo, atrayendo a esquiadores de todas partes. En verano, los visitantes pueden embarcarse rumbo a la mítica Isla de los Lobos o al Faro Les Éclaireurs, erróneamente conocido como «el Faro del Fin del Mundo», que inspiró a Julio Verne.
Pero Tierra del Fuego no es solo paisaje: es también historia. El antiguo presidio de Ushuaia, hoy convertido en museo, ofrece un recorrido por el pasado carcelario y marítimo de la región, combinando arte, memoria y arquitectura.
Sabores que nacen en la tierra y el mar
La gastronomía fueguina ha sabido hacer de la geografía un aliado. Su plato más emblemático, la centolla, se sirve fresca y preparada de diversas formas: al natural, gratinada o en cazuelas. Otro clásico es el cordero fueguino, criado en estancias locales y cocinado a la cruz, una técnica ancestral que realza su sabor ahumado.
Restaurantes como Kuar, Volver o La Estancia han logrado una fusión entre tradición y creatividad, incorporando ingredientes locales como la merluza negra, las algas y los hongos del bosque. Además, la cerveza artesanal, con marcas como Beagle o Cape Horn, complementa una experiencia culinaria de alto nivel.
Una tierra que invita a quedarse
Tierra del Fuego es más que un destino exótico: es un viaje sensorial. Es caminar entre lengas y coihues, avistar cóndores y castores, y terminar el día frente al fuego, con una copa de vino patagónico y una historia por contar.
En este rincón del mapa, donde la tierra parece tocar el cielo y los días se estiran bajo el sol del sur, el turismo y la gastronomía se combinan para ofrecer algo único: la experiencia inolvidable de vivir, aunque sea por un momento, en el fin del mundo.